Hay veces que resulta complicado separar la sabia del árbol de la sangre que impulsa al artesano, tal es el punto donde el oficio se mezcla con la pasión: dialogamos con la madera para crear piezas respetuosas, útiles, cálidas y de calidad.

Da lo mismo restaurar un ropero, tallar un salomónico, tornear un cuenco o hacer un banco… el ocio se confunde con el trabajo, se convierte en un placer mientras se transforma una materia que transmite calma al espíritu del artesano.

El origen de la tradición artesana familiar se remonta a comienzos del siglo XX con Amador Ledo Rivera que ejerció de manera ambulante, primero como aprendiz y luego como maestro, cosa habitual en aquellos tiempos, todo tipo de oficios relacionados con la madera: selleiro, constructor de carros, zoqueiro, carpinteros, torneros, ebanistas… En la tercera década de los años 1900 fundó en As Pontes, en el que posteriormente ayudará su hijo Vicente Ledo Pena, un taller donde trabajó hasta finales del siglo. De ambos heredamos maquinaria, herramienta, madera y, lo mas importante, los conocimientos sobre los oficios.

Estos antecedentes dan paso a un proyecto ambicioso, que surge en 1997, donde se intenta unir la producción con la divulgación-enseñanza artesana con el turismo rural, para lo que se recuperan los edificios abandonados de una propiedad familiar donde, hoy en día, la Aldea Artesana de A Fraga, un lugar de donde parten iniciativas que intentan conservar, documentar y dar a conocer diferentes actividades artesanales: torneado de la madera, restauración de muebles y carpintería-ebanistería.